El ordeño puede ser la causa de vía de transmisión de la gripe aviar en el brote de ganado de EEUU
La principal vía de transmisión de la gripe aviar en el brote que afecta al ganado vacuno en EEUU parece ser la leche y las técnicas de ordeño. Así lo indican los resultados de una nueva investigación publicada en el último número de la revista Nature, que muestra que la transmisión respiratoria no cumple un papel fundamental en la diseminación de este brote que mantiene en vilo a los expertos.
En marzo de 2024 se detectó en una granja de Texas (EEUU) la infección del ganado vacuno de la explotación por una cepa altamente patogénica del virus de la gripe aviar H5N1 (concretamente el clado 2.3.4.4b). Fue el primer caso de un brote que ya ha afectado a 231 granjas en 14 estados de todo el país y que resulta extraordinario ya que nunca antes este tipo de patógenos había afectado de esta forma a una especie de rumiantes. En estos meses, 14 personas en EEUU han sufrido una infección por gripe aviar, cuatro de ellas por contacto directo con el ganado bovino, 10 por contacto con aves y una de ellas cuya fuente de exposición se desconoce.
De momento, el virus sigue siendo poco eficaz a la hora de infectar a humanos, pero las características y potencial conocido del patógeno exigen una vigilancia muy estrecha.
El equipo de Jürgen Richt, del Departamento de Patobiología y Diagnóstico Médico del Colegio de Veterinarios de Kansas (EEUU) es uno de los siguen de cerca el brote. Tras los primeros casos de contagio, quisieron analizar las posibles vías de transmisión del virus del clado 2.3.4.4b, para lo que llevaron a cabo dos experimentos in vivo, uno de ellos en terneros y otro en vacas lecheras.
Su objetivo era comparar la susceptibilidad al patógeno y su transmisión. Por eso, en un primer momento infectaron por vía oral y nasal a nueve terneros, que se estabularon posteriormente junto a animales sanos en instalaciones de alta seguridad biológica.
Del mismo modo, inocularon el virus circulante en ganado vacuno EEUU en las glándulas mamarias de tres vacas productoras de leche. En otros tres ejemplares de vacas lecheras llevaron a cabo el mismo procedimiento pero con una cepa del virus que circula normalmente en aves en Europa.
La infección de los terneros provocó síntomas leves de enfermedad, como tos o secreciones nasales, pero el virus no se transmitió a los animales sanos con los que convivían los terneros.
Por el contrario, las vacas lecheras infectadas desarrollaron cuadros severos, que incluían fiebre, mastitis y una reducción de la producción de leche de hasta el 90% con respecto a antes de la infección, así como una pérdida de apetito. La leche, además, también mostró una pérdida significativa de calidad. No se observaron, no obstante, signos de infección sistémica o afectación de las vías respiratorias. Estos efectos se produjeron tanto en las vacas infectadas con virus circulantes entre el ganado en EEUU como en aquellas que habían recibido cepas de origen europeo.
«La transmisión de vaca a vaca se produce probablemente a través del proceso de ordeño, parece relacionada con los procedimientos y, por lo tanto, supone un evento mecánico y antropogénico», subrayan los científicos en sus conclusiones. «El ordeño y los procesos de ordeño, en este sentido, parecen ser el mediador central de la difusión del patógeno en las explotaciones», añaden.
Para Elisa Pérez Ramírez, investigadora del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA-INIA-CSIC), los datos que aporta este estudio son «importantes y necesarios».
«Necesitábamos un estudio de infección experimental que nos permitiera responder a las preguntas que tenemos de lo que está pasando en EEUU y para responderlas era necesario un estudio de infección experimental como este que, tal y como indican los autores, puede tener algunas limitaciones, pero es la mejor forma que tenemos para intentar entender en condiciones controladas cómo es la patogénesis del virus, cómo se excreta, qué síntomas clínicos presenta en las vacas, etc».
El trabajo «confirma que el virus tiene una afinidad muy grande por las glándulas mamarias de las vacas y que, a diferencia de lo que ocurre en otras especies o con otros subtipos de gripe, este virus se concentra mucho en la glándula mamaria y no produce una infección sistémica; es decir que no afecta masivamente a otros órganos», añade la especialista quien subraya que la investigación muestra que el virus se excreta principalmente a través de la leche, donde se dan unas altísimas concentraciones del patógeno.
El proceso de ordeño, por tanto, permitiría la transmisión del virus debido al contacto de leche y ubres infectadas con una misma maquinaria que se usa en diferentes vacas.
Susceptibles a virus de origen europeo
Pérez destaca asimismo otro dato fundamental de la investigación, el hecho de que haya demostrado la susceptibilidad de vacas lecheras a dos virus H5N1 procedentes de distintos genotipos y de dos continentes distintos.
«Los investigadores no solo han inoculado el genotipo que se está detectando en las vacas en EEUU sino que también han inoculado otro virus H5N1 que tiene un origen europeo. Y este virus provoca exactamente el mismo cuadro clínico que el genotipo americano«, remarca la investigadora.
Ambos patógenos provocan mastitis graves, las vacas desarrollan síntomas clínicos muy severos, apatía, falta de apetito, deshidratación y disminución de la producción de leche. «Tanto el virus americano como el europeo son capaces de reproducir al menos en condiciones experimentales el cuadro clínico que estamos viendo en las granjas de EEUU. Y esto implicaría, por tanto que el hecho de que fuera de EEUU no se haya producido ningún brote no se debe al virus en sí, no es una razón intrínseca relacionada con el virus, sino que tiene que haber algún factor más que explique esto. Esto significa que, al menos teóricamente, el virus H5N1 que está circulando en Europa también podría provocar esto en las vacas«, lo que abre nuevos interrogantes.
«Ahora habría que responder a la pregunta de por qué está pasando esto solamente en EEUU. Habrá que esperar a algún estudio más epidemiológico que nos explique qué tienen de característico, de especial estas explotaciones en EEUU donde han ocurrido los brotes, si es que hay un contacto más estrecho con fauna silvestre o cuál es la clave», plantea.
Por otro lado, el trabajo también aporta información importante sobre los cuadros clínicos que provoca la enfermedad en vacas lecheras, señala Pérez Ramírez.
La inoculación del virus en las glándulas mamarias de los animales con los que se llevó a cabo el experimento produjo manifestaciones graves de la enfermedad, incluidas la fiebre, el letargo y un malestar general acompañado de una reducción drástica en la ingesta de comida, la producción de leche y la aparición de mastitis clínica. Cuatro animales tuvieron que ser sacrificados antes de lo planeado durante el estudio debido a la severidad de sus síntomas, señalan los científicos en su trabajo.
«En principio se decía que la enfermedad era bastante leve en las vacas, pero este trabajo muestra que quizás ese proceso clínico es más severo de lo que se pensaba y puede tener repercusiones graves porque las vacas no consiguen recuperarse y por supuesto no recuperan la producción lechera que tenían antes de la infección, lo que tiene muchas implicaciones a nivel económico en las granjas», apunta Pérez Ramírez.
En su trabajo, los científicos reconocen que los métodos utilizados para inocular el virus a las vacas «pueden no ser una representación perfecta de cómo los equipos de ordeño pueden infectar las ubres», si bien subrayan que «la similitud de nuestros resultados virológicos y clínicos con los estudios de campo parecen validar las condiciones usadas en nuestro experimento».
Aunque aún no se conocen los mecanismos implicados, los científicos sugieren que esta habilidad del virus para replicarse en las glándulas mamarias puede provenir de mutaciones en la secuencia PB2 de su genoma.
Afortunadamente, la transmisión entre humanos de este virus de momento no se ha producido, pero el contacto frecuente y directo entre las personas y este tipo de animales proporciona la oportunidad de que el virus se adapte a un nuevo hospedador, recuerdan los científicos, que reclaman medidas para controlar la dispersión del patógeno, así como para entender mejor los mecanismos de transmisión y su comportamiento en la industria láctea.