Nuestro envejecimiento cerebral es el reflejo de nuestra dieta.
Sin duda a la “dieta mediterránea” no le hacen falta nuevos estudios para avalar sus beneficios para nuestra salud. Pero le ha salido uno más. Uno que estudia sus efectos en el envejecimiento de nuestro cerebro.
Aminorando el paso. Un nuevo estudio ha analizado la relación entre dieta y deterioro cognitivo asociado a la edad. El equipo responsable observó una relación positiva entre los nutrientes que asociamos a la dieta mediterránea y un deterioro más lento de nuestro cerebro.
Buscando en la sangre. En el análisis participaron 100 personas sanas de entre 65 y 75 años. Los estudios dietéticos tienen una dificultad:tendemos a olvidar qué hemos comido. Ya sea por desconocimiento, por vergüenza o por mero despiste, resulta difícil que los participantes indiquen con exactitud qué han estado comiendo durante el estudio.
La solución en este caso fue la de recurrir a análisis de sangre. El equipo tomó muestras de los participantes en búsqueda de biomarcadores que indicaran el consumo de distintos nutrientes. Lograron así deducir qué era lo que estas personas consumían.
Ácidos grasos, colina y escáner cerebral. Biomarcadores como los ácidos grasos (asociados entre otros alimentos al aceite de oliva), antioxidantes (como la vitamina E, explica el equipo), carotenoides (como la cis- y la transluteína, o la zeaxantina),y la colina. Este último biomarcador puede encontrarse en lugares diversos como las yemas de huevo, la casquería y en la soja.
A la hora de evaluar el deterioro cognitivo el equipo realizó escáneres de resonancia magnética (MRI) combinados con evaluaciones cognitivas. Distinguieron así dos grupos entre los participantes: aquellos con un deterioro “acelerado” y otros con un deterioro inferior al esperado. Cada grupo podía asociarse a un “perfil nutricional” propio.
Observaron que los biomarcadores asociados a un envejecimiento cerebral más lento eran los que podríamos asociar a la dieta mediterránea. “Esto concuerda con un extenso cuerpo de investigación en el campo que demuestra los efectos positivos de la dieta mediterránea, la cual enfatiza alimentos ricos en estos nutrientes beneficiosos,” explicaba en una nota de prensa Aron Barbey, coautor del trabajo. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista npj Aging.
Una dieta más que avalada. No sabemos si una ardilla podría recorrer la Península Ibérica saltando de estudio en estudio que avale las bondades de la “dieta mediterránea”. A pesar de ello, los autores de este nuevo estudio señalan que aún queda trabajo por hacer.
Una de las limitaciones del análisis está en que se trata de un análisis estático y no dinámico. Los análisis dinámicos son más efectivos a la hora de identificar relaciones de causa-efecto, como también lo son los ensayos clínicos.
“Un siguiente paso importante involucra la puesta en marcha de ensayos clínicos aleatorizados,” añadía Bareby. Y es que no vale con saber que la dieta mediterránea es buena para nuestra salud, comprender los mecanismos a través de los cuales se produce esta relación puede ser clave a la hora de desarrollar nuevos tratamientos y mejorar la vida de las personas.