Ötzi, el hombre de hielo de Los Alpes, era calvo y tenía la piel muy oscura
Reconstrucciones anteriores mostraban a un varón de piel clara, ojos claros y bastante velludo, pero un nuevo análisis de su genoma muestra que su aspecto era distinto, procedía de Anatolia y tenía tendencia a sufrir obesidad y diabetes
Hace algo más de treinta años dos excursionistas descubrieron a orillas de un lago situado en los Alpes de Ötztal, en la frontera entre Austria e Italia, los restos momificados de un cazador prehistórico. Conservado de forma natural durante 5.000 años por una combinación única de sol, viento y temperaturas bajo cero, el cadáver de Ötzi atrajo la atención de la comunidad científica -y del público en general- por la cantidad de información que puede aportar sobre la Prehistoria europea y la evolución de las poblaciones en el continente.
Además, unos años más tarde, los indicios de una muerte violenta añadieron una capa de misterio al hallazgo de este hombre de hielo Neolítico. Desde entonces, el cuerpo momificado de Ötzi ha sido objeto de numerosos estudios que han permitido conocer más sobre su vida, su origen y sobre las condiciones de su fallecimiento. Así, sabíamos que Ötzi era delgado, zurdo, medía alrededor de 160 cm y tenía unos 46 años en el momento de su muerte. Su grupo sanguíneo era el 0, era intolerante a la lactosa y portaba una anomalía genética que impidió la formación de su duodécimo par de costillas.
La datación por carbono 14 reveló que Ötzi vivió hace 5.200 años (3350-3110 a.C.) y murió atravesado por una flecha. Los primeros exámenes hicieron pensar que el color original de sus ojos era azul, hasta que un primer análisis de su genoma, hace algo más de diez años, lo describió como de tipo mediterráneo-europeo, con piel oscura y los ojos oscuros. Ahora un equipo de investigadores ha querido profundizar aún más, con un nuevo análisis genómico aplicando técnicas avanzadas. Los resultados se publican este miércoles en la revista científica Cell y muestran que Ötzi tenía la tez aún más oscura de lo que se pensaba y posiblemente presentaba una calvicie incipiente.
«El análisis del genoma ha revelado rasgos fenotípicos como una elevada pigmentación de la piel, un color de ojos oscuro y el patrón de una predisposición a la calvicie masculina que contrastan fuertemente con las reconstrucciones anteriores, que muestran a un varón de piel clara, ojos claros y bastante velludo», explica Johannes Krause, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), coautor del artículo. «Es curioso cómo las primeras reconstrucciones estuvieron sesgadas por las ideas preconcebidas de los europeos durante la Edad de Piedra».
«Es el tono de piel más oscuro que se ha registrado en individuos europeos contemporáneos», añade el antropólogo Albert Zink, también coautor del estudio y director del Instituto de Investigación Eurac de Estudios sobre Momias de Bolzano. «Antes se pensaba que la piel de la momia se había oscurecido durante su conservación en el hielo, pero lo que vemos ahora es en realidad en gran medida el color de piel original de Ötzi», una información importante para la correcta conservación de la momia.
En el genoma de Ötzi también se encontraron genes que presentan un mayor riesgo de obesidad y diabetes de tipo 2, aunque los investigadores señalan que es probable que nunca tuviera problemas de este tipo debido a la actividad constante. A lo largo de su vida, Ötzi se rompió la nariz y varias costillas, y el análisis de sus uñas indica que experimentó varios periodos de gran estrés físico (probablemente debido a la desnutrición) en los meses anteriores a su muerte.
ORIGEN EN LA ACTUAL TURQUÍA
El análisis del ADN de Ötzi confirma, además, que su herencia genética proviene de una población de agricultores neolíticos que llegaron de Anatolia al centro y oeste del continente hace entre 6.000 y 8.000 años, y que se mezcló con los cazadores-recolectores que poblaban esas regiones.
En realidad, varios estudios apuntan a que la composición genética de una mayoría de los europeos actuales se debe principalmente a la mezcla de tres grupos ancestrales: por un lado, cazadores-recolectores que se encontraban en el continente desde el Paleolítico y que se fusionaron gradualmente con los primeros agricultores que emigraron de Anatolia hace unos 8.000 años; a estos se uniría hace aproximadamente 4.900 años un tercer grupo de jinetes esteparios procedentes del este.
En el caso de Ötzi, los autores se han mostrado sorprendidos por la falta de diversidad de su herencia genética, que debe más de un 92% a sus ancestros de Anatolia, lo que, según los investigadores, muestra que apenas intercambió genes con los pueblos al norte y el oeste de los Alpes. Además, los análisis iniciales del genoma habían revelado rastros genéticos de los pastores esteparios llegados del este, que los nuevos resultados descartan. «Nos sorprendió mucho no encontrar rastros de pastores esteparios de Europa del este en el análisis del genoma; de la misma forma que la proporción de cazadores-recolectores también muy baja», explica Johannes Krause, que apunta a contaminaciones de las muestras para explicar los primeros resultados.
Los investigadores concluyen que Ötzi procedía de una población relativamente aislada y que los Alpes pudieron ser una barrera para ese intercambio genético. Aún así, Krause señala que no está claro si este habitante del Neolítico es representativo de sus contemporáneos en el continente y que para responder definitivamente a esa pregunta se necesitan más estudios que analicen a más individuos de la misma región y época.