El síndrome de ‘burnout’
Cuando yo estudiaba en Barcelona siempre leía que cuando se hablaba de suicidios se incrementaba el número de personas que se suicidaban. Era un comentario habitual cuando salía alguna muerte en los medios de comunicación. El tiempo me ha enseñado que es imprescindible HABLAR de ello.
Pasaron los años y mientras era director de la Escuela Andaluza de Salud Pública, un trabajador de la misma, buen trabajador, se quitó la vida. Andrés era una persona encantadora, servicial y buena gente. Al explicar lo que había pasado mucha gente expresó con lágrimas, con la sensación de ausencia y de culpa (por no haberse dado cuenta de aspectos que podrían haber señalado la posibilidad de la ideación suicida) el sentimiento que tenían ante su muerte.
El funeral fue un espacio muy emocionante con todos los compañeros arropando a su familia. A partir de ahí empezamos a trabajar en varias líneas, HABLANDO sobre el tema:
A. Reuniones con grupos de trabajadores para detectar necesidades individuales o grupales ante el hecho del suicidio de un compañero con abordaje individual de las problemáticas destacadas
B. Reuniones con grupos con estrecha relación con el trabajador que se había suicidado para abordar desde un punto más cercano la problemática
C. Trabajo individual con las personas que necesitaban ayuda y apoyo
D. Trabajo con la familia, tanto con su mujer, con sus hijos como con la hermana y la madre en varias vías.
E. Trabajo global de concienciación sobre el tema inicial y progresivo, con entrevistas a psicólogos y psiquiatras que pudieran ayudar a concienciar
F. Pasado un tiempo homenaje personal a él con asistencia de sus familiares en un clima de serenidad y apoyo y donde hablaron compañeros desde un punto de vista muy cercano.
G. Seguimiento de los casos individuales
Todo ello nos permitió ayudar a las diferentes personas que necesitaban ayuda, hablar, sentirse escuchados o apoyo. Y se lo dimos de forma anticipada buscando todas las posibilidades para todas las necesidades. Avanzamos para bien de la institución y de las personas que la formamos. Y todo ello con mucho respeto. Siempre nos acordaremos de él.
De ese momento aprendí mucho. Hablé con psicólogos y psiquiatras expertos en el tema. Tomamos decisiones con calma. Y creo que ayudamos a resolver situaciones de personas que necesitaban ayuda. Seguramente deberíamos haber seguido generando un plan de salud mental en la institución. Pero al menos aprendimos a intervenir ante situaciones difíciles y a dar soporte a las personas.
«Es muy importante conocer posibles signos de alerta de una conducta suicida y hablar sobre ellos, coger las riendas y poner soluciones encima de la mesa»
Ello me acercó mucho más al tema del suicidio como problema de salud pública y problema social. Aprendí conversando con María de Quesada, Carlos y Olga, Merche y Nunci, Nora, Carles, Román, Sergio, Mercedes, Luís, Daniel, Pedro, Oriol, entre otros, y, sobre todo, con Miguel Guerrero.
María me contó que tras 20 años de silencio decidió hace años abrir el cajón donde guardaba una terrible experiencia, el haber querido quitarse la vida con solo 15 años. El cajón se abrió y un sueño coloreó de amarillo la portada de un libro cargado de historias de vida, sufrimiento y finales felices que merecen ser contados.
El primer superviviente con el que hablé fue Carlos Soto. Él y su esposa Olga son verdaderos héroes de la prevención del suicidio. Olga y Carlos, Carlos y Olga pareja, padre y madre de Ariadna, que se suicidó el 24 de enero de 2015, viven en un duelo controlado y trabajado. Me contaron que a partir de él saben ayudar y acompañan a otras personas con una experiencia vital dura y difícil. Con esa misma ida de que ayudar, ayuda, transita en su vida Merche de la mano de la asociación Alhelí. Ésta nació en octubre de 2015, el día en que la maravillosa luz de una madre se marchó, llevándose consigo un jirón del alma de su hija, Yolanda Verdugo, su presidenta. Alhelí ofrece un acompañamiento durante el proceso de duelo, facilitando la aceptación de la pérdida y la adaptación a la nueva vida. En el último año y medio ha asistido a más de 200 personas y más de 50 han asistido a sus grupos de apoyo mutuo.
Otro de mis aprendizajes llegó de la mano de Nora, que ha sobrevivido al intento de quitarse la vida y también ha padecido el dolor de perder a un familiar por suicidio. Es psicóloga y hablar de su propio sufrimiento le ha costado incluso que otros profesionales le dieran la espalda. Ella defiende la importancia de ser coherente y expresarlo. No hay Salud sin salud mental, repite incansablemente. Hablé también con Paulina, Pablo Occimorons, Yaiza, Silvia, Carmen, Cristina, Susana… y su testimonio y el de otras personas me ayudaron a entender mejor las situaciones que pasa alguien que tiene ideas suicidas.
La ideación suicida, un riesgo psicosocial en el ámbito de trabajo
Todo ello me lleva a hablar hoy de la relación suicidio/trabajo, con una caduca normativa existente y que debería permitir normalizar la calificación del suicidio como contingencia profesional en los supuestos en que aparece determinado.
La realidad es que tenemos 2,7 veces más suicidios que accidentes de tráfico, 14 veces más suicidios que homicidios y 85 veces más suicidios que víctimas de violencia de género. Además, entre el cinco y el diez por ciento del total de personas atendidas en atención primaria presentan ideas suicidas.
Sabemos la necesidad de que hay que ir más allá de las cifras –que son muy altas– y necesitamos un enfoque colaborativo para la prevención. El 77% de las personas fallecidas por suicidio había contactado con atención primaria el año previo (33% de ellos habían tenido cita en salud mental) y el 55% los 30 días previos (el 20% en salud mental) y que un 18% había contactado con los servicios de salud el mismo día del fallecimiento.
«La relación laboral es un campo de cultivo ideal para el desarrollo de prácticas devastadoras»
Eso obliga a dos cuestiones fundamentales, la necesidad de sensibilización y formación de los profesionales de atención primaria para hablar con seguridad y conocimiento sobre el tema y además saber reconocer los signos de alerta para poder trabajar aspectos de prevención, también en el trabajo. Es muy importante conocer posibles signos de alerta de una conducta suicida y hablar sobre ellos, coger las riendas y poner soluciones encima de la mesa.
Y nos seguimos encontrando resoluciones judiciales que, como reflejo de este prejuicio ancestral, derivan la exclusiva responsabilidad del suicidio hacia la víctima por haber atentado contra lo más sagrado: la vida, obviando que la relación laboral es un campo de cultivo ideal para el desarrollo de prácticas tan devastadoras como el acoso, con eventuales y graves atentados contra el honor, la dignidad profesional o la integridad moral. Es necesario recordar que el término suicidio laboral se refiere a situaciones en las que el estrés, la presión y los problemas relacionados con el trabajo contribuyen de manera significativa a pensamientos y comportamientos suicidas por parte de un empleado.
En la actualidad, el riesgo y la necesidad de prevención en suicidio es una evidencia real, siendo cada vez más acuciante ante las cifras que se manejan. A nivel mundial una de cada 100 muertes es por suicidio, siendo la cuarta causa principal en adolescentes y jóvenes (entre 14 y 29 años) tras los accidentes de tráfico, la tuberculosis y la violencia interpersonal (OMS, 2021).
Tras la crisis psicosocial generada por la pandemia, España es uno de los países que más está siendo golpeado por el suicidio. A nivel laboral las cifras también se han visto incrementadas y de hecho son tres las profesiones que más se ha visto afectadas por este problema a nivel nacional, éstas son las formadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el Cuerpo Nacional de Policía, la guardia civil y la de médicos (FEPS, 2021).
Hay una serie de factores que pueden aumentar el riesgo de que una persona se quite la vida en el contexto laboral de índole tanto individuales como familiares y contextuales. Principalmente son variables psicosociales como el estrés laboral, el burnout y la presión y en segundo término las alteraciones mentales, principalmente ansiedad y depresión. También la personalidad y aspectos involucrados en las expectativas en la empresa, pueden incidir en la gestión del éxito o de la frustración, ante elementos amenazantes dentro de la misma. De hecho E. Amezcua en 2021 destacó que el suicidio es cometido por personas trabajadoras expuestas a situaciones muy estresantes, intrínsecas a la responsabilidad y naturaleza del puesto o incluso condiciones extremas difíciles de manejar en cortos espacios de tiempo.
«Un empleado puede quedar aprisionado en una profunda desesperanza que puede llegar a una desconexión familiar y social abocando a sintomatología depresiva»
El síndrome de ‘burnout’ (trastorno psicológico que afecta a los trabajadores que viven en permanente estrés y ansiedad) correlaciona con las intenciones suicidas, ya que provoca despersonalización, desarrollando al mismo tiempo actitudes y situaciones de depresión, ansiedad o fatiga por exceso y prolongación de las jornadas de trabajo.
Otro de los factores psicosociales asociado al suicidio en las empresas es el mobbing, las cifras indican que entre un diez y un quince por ciento de los suicidios que ocurren en España tienen su origen, directo o indirecto, en una situación de acoso psicológico, hostigamiento o mobbing como indica I. Piñuel.
La percepción de falta de control, la incapacidad para escapar o resolver una situación adversa o la pérdida del estatus parecen ser particularmente importantes en la problemática del suicidio. Es la percepción que tiene la persona en relación con los sentimientos de valoración, comprensión y por ende motivación en su puesto es lo que hace que quede aprisionada en una profunda desesperanza, que puede llegar a una desconexión familiar y social, abocando a sintomatología depresiva causante de pensamientos vinculados a quitarse la vida.
Para hacer frente al suicidio como riesgo psicosocial en el ámbito de trabajo es primordial que las empresas y organizaciones asuman una estrategia de conciencia, prevención, detección e intervención basada en una metodología claramente definida. La escasa cultura prevencionista en nuestro país ha limitado las posibilidades de avances decididos en materia de prevención de riesgos laborales en las empresas, sobre todo en aquellas áreas – como los riesgos psicosociales – donde la evaluación de estos aparece con menos nitidez.
Se requieren estrategias preventivas claras, rápidas y multidisciplinares
La importancia de un Plan de Salud Mental para las Organizaciones, con una coordinación entre estrategias entre los servicios de prevención, con accesibilidad por parte del trabajador al personal sanitario, evaluación y seguimiento, junto a estrategias de promoción de la salud, además de formación y atención psicológica y de bienestar a los empleados, están comenzando a tomar relevancia.
El suicidio, que es un problema de salud, no solo mental, sino también social, complejo y multifactorial, cada vez ocurre con más frecuencia. No debemos olvidar que las personas somos seres bio-psico-sociales y que como explica José Sánchez Pérez, las conductas autolíticas, no solo ocurren por razones biológicas o psicopatológicas, asociadas al desempeño o puesto de trabajo, sino que riesgos psicosociales, vulnerabilidad psicológica, déficits en los patrones de afrontamiento, rasgos de personalidad, etc., ayudan a explicar muchas de las circunstancias disfuncionales que abogan a hechos consumados, por lo que es muy importante detectarlas y prevenirlas.
Las largas jornadas o la imposibilidad de desconectar de las tareas diarias, nos hace confluir situaciones cotidianas familiares con estar contestando un correo electrónico.
Nos hallamos en un momento clave para situar el suicidio vinculado con el mundo del trabajo en el centro de la protección preventiva y reparadora y ello, dándole una entidad propia y diferenciada como riesgo psicosocial.
Como explica Sofía Olarte, catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, el aumento de conductas autolíticas vinculadas a la actividad laboral obliga a reflexionar sobre la necesidad de abordar la ideación suicida como riesgo psicosocial específico en el trabajo y sobre la configuración de estrategias preventivas claras, rápidas y participadas por todos los actores. Contamos con un marco normativo preventivo adecuado, por lo que solo se trata de avanzar, visibilizando éste y otros riesgos psicosociales, recogiendo todo el conocimiento sobre factores precipitantes del suicidio y elevando a norma el contenido básico que nos aportan algunos planes de prevención modélicos y buenas prácticas preventivas. El primer paso era visibilizar estas conductas, a ello han contribuido los medios, pero también el cambio de percepción social que ha hecho posible reabrir otros debates necesarios.
Asimismo, la doctora García-Guirao apunta que el conflicto laboral puede ser una fuente importante de estrés en el entorno de trabajo. El estrés laboral resultante de los conflictos laborales prolongados o recurrentes puede tener un impacto negativo en la salud física y mental de los empleados. A nivel físico, puede contribuir al desarrollo de problemas de salud. A nivel psicológico, el estrés laboral puede aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad, depresión, agotamiento emocional y disminución de la satisfacción laboral. Es importante no solo prevenir el conflicto laboral, sino también la forma de tratarlo una vez aparece y, sobre todo, hacerlo en estadios tempranos, antes de que se agrave y genere consecuencias negativas.
Además de tener una alta tasas de suicidios, el sistema sanitario da demasiadas veces la espalda a una realidad que es necesario abordar de una forma profunda. Y algo que es fundamental: Que se hable del suicidio, que se intervenga en las organizaciones y se deje de tratar como un tabú.