Los nuevos fármacos que ayudan contra la obesidad

«De las portadas de las revistas del corazón a las de Science o Nature«. Así de orgulloso se muestra Cristóbal Morales, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo). Es uno de los médicos que recluta pacientes para los diferentes laboratorios, como Novo Nordisk y Lilly, que tienen análogos de los GLP-1 en ensayos clínicos para verificar su efectividad y seguridad.
«Hay más de hay más de 150 en curso», añade. «Y no solo en obesidad y diabetes, también en salud cardiovascular y todo lo que se desprende de este abanico de dolencias». El entusiasmo de Morales es palpable. Al igual que otros colegas de profesión, ha esperado mucho para tener una herramienta que ayude a combatir la obesidad patológica. Para la que una buena alimentación y el ejercicio físico no es suficiente.
Aquí tenemos el caso de Inmaculada Reina. A sus 44 años lo había intentado todo. Y no podía bajar de sus 82 kilos. «No tenía obesidad, pero sí sobrepeso». Cuenta esta andaluza que mide más de metro sesenta. «He tenido nutricionistas de ida y vuelta», pero confiesa que entrar en el estudio fue un acierto. «Cuando di con el doctor [Cristóbal Morales] y me contó lo del ensayo con este fármaco, tuve dudas«, confiesa Inmaculada.
Ella entró en mayo. Entonces ya empezaban a oírse los problemas asociados a los análogos GLP-1, entre los que están las reacciones adversas gastrointestinales. La incidencia de náuseas, vómitos y diarrea, «se controlan con la dosificación», apunta el especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Vithas Sevilla y del Hospital Universitario Virgen Macarena.
Superadas las reticencias, Inmaculada solo tiene palabras de agradecimiento. «No puedo decir nada malo, porque he mejorado mucho. Mi estado general lo ha hecho». Lejos quedaron los esfuerzos que parecían en vano de horas de ejercicio y de sacrificios en la dieta. «Sigo llevando una alimentación sana y hago mis tablas de ejercicio de fuerza y de cardio«, cuenta. Ella ha perdido ya hasta 15 kilos. «Ahora me mantengo, que es de lo que se trata. No me siento cansada, ni angustiada. No hago tanto ejercicio como antes, pero si mantengo rutinas que no me salto».
Daniel Romero lleva conviviendo con la diabetes tipo 2 desde el año 90. «Me la diagnosticaron de forma casual en un chequeo en la empresa». Desde entonces, ha probado casi todo el botiquín que tienen los diabéticos. «Desde la insulina, hasta la metformina… y siempre sufriendo. Con mucha voluntad para controlar lo que comía», recuerda.
A sus 63 años agradece la llegada de estos fármacos, «porque lo que había no me funcionaba. Con el paso del tiempo uno gana peso, llega la obesidad, pero también los dolores de huesos y el cansancio y uno ya no puede trajinar como lo hacía antes». Daniel ha tenido trabajos físicos, en el campo y en la construcción, pero ahora reconoce que no está «para muchos esfuerzos». «Ya he estado en dos ensayos. Del primero conseguí controlar la diabetes y del segundo, en el que empecé en septiembre, ya he perdido unos siete u ocho kilos», subraya.
Morales recuerda que no hay milagros, sino ciencia. «Estos pacientes tiene ahora un tratamiento a medida [se pueden controlar las dosis de 0,25 hasta 2,4mg] que va unido de forma inseparable a un estilo de vida saludable, alimentación equilibrada y actividad física». De esta forma, los pacientes tienen una alternativa a pasar por el quirófano, «ya que la cirugía bariátrica era su única alternativa para perder peso. Algunos fármacos de la nueva generación de GLP-1 que se combinan con otras moléculas consiguen superar un 20% de pérdida de peso, además de impactar en el perfil lipídico y el control de la diabetes», detalla el endocrino.
Inmaculada nos explica que, de momento, todo va bien, «estoy con una dosis muy bajita, de 0,5mg, que me pincho una vez a la semana». No ha tenido ninguno de los efectos secundarios descritos. «Me revisan la tensión arterial, que ha mejorado; los niveles de azúcar, nunca los tuve en exceso altos; en resumen, un chequeo sobre mi estado general».
En este estado general, ambos pacientes recuerdan que «ya no vives con esa ansiedad que termina en atracones«. El impacto en la salud mental también se mide en los ensayos. Morales explica que «realizamos test psicológicos para puntuar los beneficios y los riesgos». Cabe recordar que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) vigila y estudia la asociación de ideación suicida con la toma de estos fármacos tras varios casos en Islandia.
«Me noto mejor, mis niveles de cortisol son más bajos. No vivo con esa losa que te aumenta el apetito. Como menos y mejor», comenta Inmaculada. «Y en estas fechas no lo pasas mal», añade Daniel. «Ahora puedo tener menos miedo de pasarme con la comida. No solo porque tengo la responsabilidad de no hacerlo, es porque mi cuerpo y mi mente no me lo pide», detalla el sesagenario.
El hecho de que Daniel repita su inclusión en un estudio, explica Morales, subraya uno de los problemas que hay. «Durante el año o año y medio que dura el ensayo se benefician de un fármaco al que luego no van a tener acceso. Esto tenemos que resolverlo».
«De momento, no lo pienso», dice Inmaculada. Ella tiene asegurado el tratamiento hasta septiembre de 2024. «Hasta finales de 2025 me puedo aprovechar de la medicación», presume Daniel. Por eso, Morales y la comunidad médica espera que las decisiones sobre su financiación lleguen antes. «Los resultados están ahí. Y ahora toca buscar cómo hacerlos llegar a todos los pacientes. Desde las unidades de obesidad de los hospitales y bajo una prescripción controlada, aseguramos que sea de modo eficiente. Esta es nuestra propuesta», concluye el endocrino.