Renuncia el arzobispo de Canterbury, tras ocultar un escándalo de abuso de menores

Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia Anglicana, ha presentado su dimisión como arzobispo de Canterbury tras la presiones recibidas de la alta curia de la Iglesia Anglicana, por su papel en el escándalo de abuso de menores protagonizado por John Smyth, un influyente abogado, fallecido en el 2018, que financiaba campamentos cristianos con niños.
Más de 10.000 firmas habían pedido la dimisión de Welby tras la publicación la semana pasada del así llamado Informe Makin, que reveló hasta 130 casos de abusos y castigos corporales por parte de Smyth, que se trasladó a Zimbabue y Sudáfrica para eludir a la justicia británica.
«El informe Makin ha sacado a la luz la larga conspiración de silencio sobre los atroces abusos de John Smiyth«, reconoció Welby en el momento de hacer pública su renuncia al timón de la Iglesia Anglicana. «Cuando fui informado en el 2013 y tuve conocimiento de que la policía había sido también informada, creí erróneamente que se adoptaría una resolución apropiada».
«Está muy claro que debo tomar una responsabilidad personal e institucional por el largo y traumático período entre el 2013 y el 2024», ha concluido Welby en el breve comunicado en el que informaba haber contado con el «debido permiso» del rey Carlos para formalizar su dimisión.
Justin Welby, de 66 años, fue nombrado arzobispo de Canterbury en el 2012 en sustitución de Rosam Williams. Casado y con seis hijos, llegó al cargo con un curioso bagaje en la petrolera Elf Aquitaine en París y fue también tesorero de Enterprise Oil. Tras estudiar Teología en el St. Johns College, se hizo sacerdote en 1992 y 16 años después fue nombrado obispo de Durham, lo que le valió su ascenso como Lord «espiritual» en Westminster.
Durante su mandato como arzobispo de Canterbury imprimió un marcado giro social y no dudó en participar en la arena política, desde las críticas a los Gobiernos conservadores por las políticas de Austeridad al plan Ruanda para la deportación de inmigrantes al país africano. Su última intervención fue en contra la Ley de la Muerte Asistida presentada esta semana por el Gobierno laborista de Keir Starmer.
Presiones para la renuncia
Su dimisión de produce 24 horas después de que el Palacio de Lambeth advirtieron que no tenía intención de renunciar a su puesto después de haber pedido «una profunda disculpa por sus fallos y omisiones» y haber reflexionado durante el fin de semana.
La intervención de la obispa de Newcastle Halen-Ann Hartley, al frente de destacados miembros de la alta curia, fue decisiva para forzar su dimisión. «Es muy difícil que la Iglesia siga siendo una voz moral si no somos capaces de mantener el orden en nuestra propia casa, y en especial en un tema tan críticamente importante como los abusos«, Halen-Ann Hartley.
«Welby ha perdido la confianza del clero», declaró por su parte a la BBC el vicario y ex canciller de la catedral de St. Paul Giles Fraser. «Este debe ser el momento de la verdad de la Iglesia Anglicana para acabar con la «cultura de la deferencia» que permite que las personas influyentes se defiendan entre ellos y estos asuntos se oculten».
El informe Makin concluyó que John Smyth fue «un abusador prolífico, terrible y brutal». Unos 130 menores pudieron haber sufrido castigos sádicos y abusos sexuales por parte del abogado, bajo la «tapadera» del Irwene Trust, que organizaba campamentos cristianos en Dover. Una de las víctimas fue precisamente el actual obispo de Guilford, Andrew Watson, que dijo haber sido castigado «de una manera violenta y chocante» junto a un amigo que intentó suicidarse.
Se sospecha que la Iglesia Anglicana pudo tener un papel en el ocultamiento de pruebas ante la policía y en su «exilio» a Zimbabue, donde fue acusado y absuelto de la muerte de un menor de 16 años que apareció ahogado en una piscina durante in campamento. Smyth se trasladó después a Ciudad del Cabo, donde murió hace seis años.